Estabamos ya en febrero, justo había comenzado el ciclo lectivo y debía ir al colegio, empezaban los horarios de consulta a los alumnos que se llevaban materias. No quería que mis colegas me preguntaran nada. Por más buenas intenciones y sentimientos que tenga la otra persona, no sabe, no entiende tu sufrimiento. Al no haberlo experimentado, no puede comprenderlo, y al final, terminan haciendo comentarios que, si bien tratan de ayudar, la mayoría de las veces sólo lastiman mas. No tenía alumnos a cargo, así que pedí permiso para ir a buscar los resultados de los cariotipos al laboratorio, que quedaba a unas cuadras de distancia del colegio. Me los entregaron, los leí. Síndrome de Klinefelter o también conocido como XXY. Básicamente, lo que quiere decir es que el hombre, en vez de tener cromosomas XY, que es lo normal, en algunas o todas sus células, tienen un cromosoma extra, en este caso un X. Negrito tenía sólo en una célula un cromosoma extra. Por eso se lo llama XXY en mosaico. Podría haber sido mucho más grave si varias células hubieran tenido esa condición, pero era sólo una.
De todas formas no dejaba de ser grave, y sugerían que hiciéramos estudios más complejos, uno llamado FISH, que yo sabía, las obras sociales casi nunca cubren. Traté de no entrar en pánico. Hablaría con la doctora, quizá había alguna solución. Pero ya había googleado el día anterior, y sabía que habían dos opciones, o hacíamos un estudio a los embriones, llamado PGD, o diagnóstico genético preimplantacional, donde analizan los embriones y descartan aquellos que tienen problemas cromosómicos, o hacíamos el tratamiento con donante de gametos. La primera opción no me agradaba en los más mínimo, ya que nunca estuve de acuerdo en descartar embriones, así como así, y además el estudio era carísimo, a pagar en dólares. Y la segunda opción... Recordaba que en una discusión, hacía tiempo atrás, Negrito me había dicho que si quería hacer el tratamiento con donante, él me dejaría. Se iría de casa. Teníamos un problema gigante que enfrentar, y no sabía cómo lo haría.
El jueves me tocaba ir a mi psicóloga, pero tuvo una emergencia y me preguntó si quería ir el viernes o la semana próxima. Le dije que el viernes, porque "algo" había pasado, que quizá cambiaría mi relación con Negrito para siempre, y no sabía cómo enfrentarlo. Ese viernes, le conté sobre el cariotipo ¿cómo se lo diría a Negrito? ¿Cómo afrontaría la lucha que se viene? ¿qué podía hacer? Debía tomar decisiones importantes y no estaba preparada para ello, ni siquiera me había animado a decirle a Negrito sobre los resultados del cariotipo. La piscóloga me sugirió que la próxima sesión Negrito viniera conmigo y pudiéramos prepararlo para decirle que habían descubierto que tenía una alteración cromosómica, en mosaico, pero que no dejaba de ser grave.
Unos días después, ya había llevado los papeles a la obra social para que nos autorizaran el FISH, para ganar tiempo. Quizá ese estudio no saliera tan mal y todavía teníamos esperanza... El viernes de esa semana me llamaron de auditoría diciéndome que debía ir a su oficina para hablar sobre esa autorización... Fui el lunes y me dijeron que no tenían convenio para hacer ese estudio de alta complejidad, y que para autorizarlo, debíamos ir primero a una médica genetista.
No recuerdo bien cómo sucedió todo. Sólo recuerdo que Negrito me acompañó a la psicóloga, lo cual fue muy productivo en ese momento, ya que no sólo lo preparamos a Negrito para la noticia, el diagnóstico que recibiría, sino también, quedamos en mejorar la comunicación entre los dos. Por ejemplo, tiempo después que nos fuimos a vivir juntos, yo le dejé en claro, con hechos, que estaba lista y quería ser mamá. Pero nunca le pregunté directamente si él quería ser padre. Di por sentado que quería, porque nunca se opuso a que me hiciera estudios, y tampoco se opuso él a hacer los primeros espermogramas. Pero él había esperado esa pregunta. Ese día, 10 años después, con la psicóloga mirándonos a ambos, se lo pregunté. Sí quería. Sí quería tener hijos conmigo, fue su respuesta.
Unos días después fuimos a la ginecóloga, y ella le explicó lo que era el síndrome XXY o Klinefelter, lo peligroso que era que un niño naciera con esa condición (sin contar que la mayoría de esos embarazos terminaban en aborto espontáneo). Y ese día, en ese consultorio, Negrito le hizo a nuestro futuro hijo el regalo más grande de amor que puede hacer un padre: renunciaría a su genética, aceptaba hacer el tratamiento con donante, porque quería cuidar a nuestro futuro bebé de las consecuencia que podría traerle el ser concebido con un espermatozoide alterado cromosómicamente. Y ese día lo amé más que nunca. Sabía de parejas que ante una situación así, se peleaban, separaban o se decidían a abandonar el sueño de ser padres. Pero no Negrito. Se me había cerrado una gran puerta al encontrarnos con el diagnóstico XXY, pero Negrito me había abierto una enorme ventana, una ventana llena de amor y de esperanza.
A la semana siguiente, también visitamos a la genetista, quien nos dijo que no solo le preocupaba el problema de los cromosomas, sino también la edad de ambos. Ninguno de los dos éramos ya tan jóvenes, y eso también podría traerle problemas a nuestro futuro bebé. Nos dijo que la semana siguiente fuéramos a por un informe que ella haría para la obra social.
El mismo día que había que retirar ese informe, yo tenía consulta con la ginecóloga. Así que quedamos en que Negrito iría a retirar el informe mientra yo esperaba en la sala de espera del consultorio de la ginecóloga. Negrito llegó unos 10 o 15 minutos antes que me atendieran a mi, y me contó que estuvo hablando mucho con la genetista y, si bien ella sugería realizar otros estudios, entre ellos el FISH y una biopsia testicular, también le había dicho que la mejor decisión que podríamos tomar era hacer el tratamiento con donante (yo se lo había mencionado a la genetista como una opción que estaríamos dispuestos a tomar). Así que estaba completamente convencido. Y cuando entramos al consultorio de la ginecóloga se lo hizo saber a la doctora. Vamos con donante. De alguna manera, ese gran escollo, esa gran lucha que iba a tener que librar ¡Negrito la había terminado tan fácil!
La doctora estaba agradablemente sorprendida. Sabía muy bien que para un hombre no era una decisión fácil de tomar... Luego nos derivó a un doctor en la misma clínica, que sería el encargado de tomarnos los datos para empezar a buscar donante. Si todo salía bien, al mes siguiente ya podía comenzar mi segunda FIV. ¡Estaba exultante! pero por el otro lado, tenía un poco de miedo. ¿Y si Negrito se arrepentía en algún momento? También estaba muy enojada, con Dios, con la vida, el destino. Tantos irresponsables engendran hijos, para luego desecharlos como basura, en un horrendo aborto planificado. Y nosotros que queríamos ser papás, ¡nos pasaba todo esto! Era injusto. Sé que no soy quien para cuestionar la Voluntad de Dios, pero no podía sacarme de la cabeza que era injusto. ¡Por qué nos tenía que pasar todo esto a nosotros? Al mismo tiempo, en mi país se estaba debatiendo si legalizar o no el aborto, y veía hordas de mujeres y algunos hombres enloquecidos, como poseídos, gritando, haciendo muecas y rituales horrendos para que aprobaran esa maldita ley. Y nos veía a mi y a Negrito, escalando el Everest para lograr ser papás...
Fui a la obra social, le mostre a la auditora el informe de la genetista, pero antes que ella dijera algo o pusiera reparos en la cobertura del FISH, le aclaré que habíamos decidido ir con donante. Aunque hiciéramos el Fish y diera mas o menos bien, siempre habría riesgo de que concibiéramos un bebé con Klinefelter, y las consecuencias eran, desde infertilidad del futuro bebé a retrasos mentales y/o motrices, de leves a gravísimos. La doctora de auditoria estuvo totalmente de acuerdo. Así que unos días después, le llevé la autorización para hacer la segunda FIV, con donante. Una nueva esperanza, bañada en un gran acto de amor. Era casi Mayo ya, estaban haciendo los primeros días fríos. Pero el sol brillaba por la ventana y calentaba mi alma.
Dicen que los bebés vienen de un repollo, otros que los traen las cigüeñas, otros dicen que bajan de las estrellas y vienen a posarse en el vientre de las futuras mamás. Bueno, para las mujeres con diagnóstico de infertilidad, como yo, no nos es tan fácil. El repollo quizá se ha secado, la cigüeña perdió el camino, y las nubes tapan las estrellitas y por eso nuestros bebés no pueden alcanzarnos. Entonces yo decidí que voy a construir yo un caminito de estrellas que me lleve hacia mis bebés.
No hay comentarios:
Publicar un comentario