El 8 de Mayo arranqué mi segunda FIV. Fui a la primera ecografía, que es bastante incómoda, ya que hay que hacerla en tu primer o segundi día del periodo y sentís que te manchas entera... La doctora vio mi endometrio, hermoso, sin problemas. Eso me tranquilizaba porque otro estudio que me habían hecho, antes de comenzar la fiv, había sido una histeroscopía, que salió muy bien. Y un ecodoppler, que había salido más o menos, no tenía muy buena irrigación en el útero, y esa también podría haber sido una de las causas de que perdiera mi primer embarazo. También me habían hecho los estudios de trombofilia y habían dado positivos.
Luego de ver el endometrio, pasamos a los ovarios, el izquierdo, muy bien... el derecho... perezoso. Casi no tenía folículos antrales. Y eso no era tan bueno. Por un momento pensé ¿Pero es que siempre me tiene que aparecer algo malo? También me extrañó porque, en general, mi ovario derecho siempre había funcionado un poco mejor que el izquierdo. Salí de la consulta con un montón de recetas y medicación. La doctora usaría un protocolo un poco más agresivo que el primero, dado que mi ovario derecho estaba "reposando", el muy perezoso. Así que esta vez iríamos con una bomba hormonal. Además comenzaría a inyectarme para la trombofilia.
Seguía con ese sentimiento de enojo hacia la vida, por qué tenía que pasar todo esto de nuevo, los pinchazos, llenarme de hormonas, la angustia de la punción, de esperar que produjera cantidad y calidad de óvulos, que estos fertilizaran... ya lo había logrado una vez. ¿Y si esta vez no lo lograba? Estadísticamente sé que iba a ser muy suertuda si en las dos Fiv quedaba embarazada. No se si fue ese rechazo a pasar por lo mismo, si era el miedo a que las cosas volvieran a salir mal, que el día que me tuve que poner la primera inyección, me entró pánico y me puse a llorar. Fui hasta Negrito, y le pedí que me pinchara él. Casí no dolio, pero los primeros dos o tres días de tratamiento tuve que hacer que él me colocara las inyecciones, yo entraba en pánico. Luego me obligué a pincharme e incluso a mirar cuando entraba la aguja. Se me tenía que pasar el miedo. En la primera FIV me había pinchado siempre solita, ¿cómo ahora no iba a poder hacerlo?
Fui a la segunda ecografía, ya sin menstruar, y los ovarios habían mejorado, 4 o 5 folículos en el perezoso (el derecho) y unos 6-7 en el izquierdo. Era un buen número. Volvería a control ecográfico una vez más, y ya me darían la fecha para la nueva punción.
Dicen que los bebés vienen de un repollo, otros que los traen las cigüeñas, otros dicen que bajan de las estrellas y vienen a posarse en el vientre de las futuras mamás. Bueno, para las mujeres con diagnóstico de infertilidad, como yo, no nos es tan fácil. El repollo quizá se ha secado, la cigüeña perdió el camino, y las nubes tapan las estrellitas y por eso nuestros bebés no pueden alcanzarnos. Entonces yo decidí que voy a construir yo un caminito de estrellas que me lleve hacia mis bebés.
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