Otra vez pasaron siglos (bue... meses) desde que escribí algo en este blog. No es fácil, las palabras no son fáciles ni de decir, ni de pensar, ni de escribir. Menos cuando se vive en una gran gelatina.
Luego del episodio del anillo y el desastre ocurrido la última vez que vi a mi médico especialista en fertilidad, no sucedió en ese plano de mi vida nada trascendente. A no ser que tenga en cuenta los dos meses en los que tuve un atraso de 4 días. Rayos! eso no me había pasado en casi dos años! tener un atraso! debía significar algo ¿o no?. NO. Nada, test casero blanco nuclear, como siempre. Reina roja apareciendo a las pocas horas de hacer el test, como siempre. Otro mes que se pasa, como siempre.
Y así siguió mi vida. Inmersa en gelatina. Lenta, aburrida, triste gelatina sin sabor. Mamá con quimioterapia que no arroja resultados del todo positivos, pero al menos la enfermedad avanza muy poco y lentamente. Negrito y yo volviendo a la rutina. El día a día. Días mejores, días peores, todo igual como siempre. Yo trabajando, anotándome en el ciclo de profesorado, en el doctorado y en un curso de posgrado (la triste realidad es que tener un título universitario ya no sirve de mucho, hay que actualizarse constantemente, lo que por otro lado, no me parece mal). Negrito yendo a clases de piano. Mi familia, gracias a Dios, bien, sin grandes sobresaltos... Y mi vida transcurriendo en una gelatina. Excepto hoy.
Hoy es de esos días que me siento en una cama de alfileres, no en una gelatina. Es el día de la Madre en Argentina. Y tengo mi facebook bombardeado con cartelitos y salutaciones para las madres. Obviamente no dirigidos a mi, sino a las Madres de mi familia,amigos etc. Y me siento mal, me siento triste, porque sé que debo dar infinitas gracias a Dios por seguir teniendo a mi mamá viva, por seguir disfrutándola. También me siento mal, porque sé que una de mis hermanas sufre aún más que yo, por su soledad. Y cuántas personas sufren mucho más! Hoy debería estar feliz, tengo un año más viva a mi mamá, sobreviviendo, luchando contra su enfermedad, pero viva y disfrutando de sus nietos y de su vida lo que más puede.
Pero no puedo, el dolor de pasar otro año más este día, el día de la Madre, con el vientre y los brazos vacíos me carcome por dentro, me envenena y me mata lentamente. No me sirven de nada las palabras: ya llegará, sí se puede, no bajen los brazos, sigan luchando, ni ninguna de las frases que decimos las estériles guerreras el día de hoy, en cuanto grupo de infertilidad hay en nuestro país. No sirve. Sí se puede se puede decir cuando ya lograste tener a tu bebé en los brazos. Mientras no se puede nada. Yo no puedo hacer tratamiento porque mi obra social no tiene clínica de fertilidad. Por más que trato de tener relaciones si o si los días fértiles, luego llega el fin de ciclo y la Reina Roja vuelve a aparecer, como si nada. Incluso tomé un mes clomifeno, sabiendo lo arriesgado que es tomarlo sin control médico. Tampoco funcionó. Negrito toma diariamente sus vitaminas, pero parecen no hacer nada... Sigo sentada, atada de pies y manos a la silla de tortura de las NO-madres, viendo pasar el tiempo, sin que nada ocurra. Dentro de la gelatina sin sabor. Sintiéndome más culpable que nunca por no estar feliz. Siendo que tengo motivos, mi mamá, mi familia, mi Negrito...
¿Dónde estás hijo, hija míos? ¿Detrás de qué nube se ocultan? ¿Por qué no quieren o no pueden venir a los brazos de mamá? ¿Qué tengo que hacer para poder construir mi caminito de estrellas hacia sus manitos, sus sonrisas? Benditas, dichosas todas aquellas que han tenido el privilegio, la bendición de ser madres. En especial a vos mamá. Gracias al Señor por darme una madre tan maravillosa. Y perdóname Señor, por cegarme tantas veces ante el dolor, y no poder verte...
Dicen que los bebés vienen de un repollo, otros que los traen las cigüeñas, otros dicen que bajan de las estrellas y vienen a posarse en el vientre de las futuras mamás. Bueno, para las mujeres con diagnóstico de infertilidad, como yo, no nos es tan fácil. El repollo quizá se ha secado, la cigüeña perdió el camino, y las nubes tapan las estrellitas y por eso nuestros bebés no pueden alcanzarnos. Entonces yo decidí que voy a construir yo un caminito de estrellas que me lleve hacia mis bebés.
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