En apenas una hora más será mi cumpleaños. 39 años. Hace ya muchos años que no es un día agradable para mi. Al contrario, me produce estrés y angustia. Si lo he festejado, ha sido forzada. Y es una pena, porque a mi sí me gustaría festejarlo. Quisiera con todo mi corazón que fuera u día feliz. Pero no lo consigo. Siempre pasa "algo" que arruina ese día. Peleas entre mis padres, mi hermana que en esos días siempre se pone depresiva. Y este año se le suma mi mamá enferma. Mi cumpleaños del año pasado fue difícil. Hacía apenas unas semanas que había perdido mi embarazo. Pero aún así le eché ganas. Le puse pilas. Nos juntamos en familia en un parque cerca de la casa de mi hermano y traté de sonreir, y reir. Y pasarla bien. Más o menos lo logré, pero tantas cosas me angustiaban y aún lo hacen, que a veces la carga se vuelve muy pesada.
Este año llevo otras cargas. Otras experiencias y sufrimientos a cuestas y aún así ¡Quiero echarle ganas! o quería, no lo sé. En estos momentos, sólo quisiera acordarme bien de todo lo que he aprendido con mi psicóloga, para poder sanar y recuperarme. Poder ser fuerte, por mí, y no permitir que me lastimen, tomando cargas que no son mías. Pero me cuesta y mucho. Y me siento muy cansada, tan cansada que algunas batallas las estoy dejando de luchar, de a poco. A veces dejo que simplemente se me venzan los hombros y dejo el peso al costado.
Estoy tratando de priorizarme, pero no siempre lo consigo. El miedo a veces me paraliza, la costumbre de llevar la carga de otros se me hace difícil de superar. Y más ahora, que no puedo ir a terapia por dos motivos. Mi psicóloga entró en licencia por maternidad, y en la obra social no me dan más órdenes de psicoterapia hasta el año que viene. sí que tendré que esperar hasta enero o febrero para volver a ir.
Miro hacia atrás y hay tantas cosas d elas que me arrepiento! tanto tiempo que dejé pasar, tantas veces que permití que la cobardía o la dejadéz me ganara, y abandonara batallas que sí eran mías y que sí debía haber luchado. Ahora estoy remando contra la corriente. Contra el tiempo, que envejece mis células cada vez más. Y ya no estoy tan segura que tendré un final feliz.
sin embargo, me niego a tirar la toalla. Me niego a bajar los brazos y dejar de luchar. Recuerdo que aún tengo unas lucecitas esperándome y eso me da las fuerzas que necesito para seguir.
Por mis lucecitas, y por mis estrellitas. Que me miran desde el cielo. Por ellas continúo aquí. Y voy a seguir luchando.
Dicen que los bebés vienen de un repollo, otros que los traen las cigüeñas, otros dicen que bajan de las estrellas y vienen a posarse en el vientre de las futuras mamás. Bueno, para las mujeres con diagnóstico de infertilidad, como yo, no nos es tan fácil. El repollo quizá se ha secado, la cigüeña perdió el camino, y las nubes tapan las estrellitas y por eso nuestros bebés no pueden alcanzarnos. Entonces yo decidí que voy a construir yo un caminito de estrellas que me lleve hacia mis bebés.