viernes, 18 de octubre de 2019

Duelo perinatal

Una de las cosas más difíciles que puede haber en esta vida es hacer un duelo perinatal. Creo que es uno de los sufrimientos más terribles, silenciosos e incomprendidos. Y más si el deceso del bebé ocurre durante las primeras semanas de embarazo. ¿Cómo le puede doler tanto? ¿Cómo puede sentirse tan mal si ni siquiera lo vio, ni lo tuvo en brazos, ni lo sintió moverse en su interior? ¿Si apenas lo tuvo unos días en su vientre? ¡Que no se queje! va a poder seguir durmiendo hasta tarde, no va a tener que preocuparse por comprar pañales ni desvelarse por cólicos y llantos... Uff si quiere yo le doy uno de los míos, yo ya tengo tres y son unos terremotos...

Esos, y muchos más son algunos de los típico comentarios que recibimos las mujeres que no hemos podido tener hijos. Los comentarios de por sí, son estúpidos e hirientes, cero empatía. Pero cuando te los dicen luego de perder días atrás un embarazo, ¡por más que haya sido un embarazo de una semana! es una puñalada directo a tu ya destrozado corazón. Así que la próxima, ¡cierra la boca y no los digas! ¡Porque no importa si lo tuve unas horas, 9 meses, o 50 años conmigo, fue mi hijo cada segundo de su corta vida! En fin, algunos de esos comentarios, y muchos otros igual de dolorosos, recibí, y como siempre, callé, aguanté las lágrimas, trate de simular una sonrisa. Y dejé pasar las horas, los días.

Me hicieron una ecografía para ver si no quedaban restos del embarazo, ya que no sangraba. Fue muy triste, porque en la sala de espera habían varias embarazadas felices con sus panzas, y yo sabía que entraba para que me dijeran que ya no había bebé... La ecografía fue muy molesta y dolorosa, porque no se lograba visualizar mi ovario derecho, asi que el ecografo tuvo que prácticamente "revolverme" las entrañas, para poder ver bien toda la cavidad uterina y asegurarse que no quedara nada. Y no se vio nada, ni saquito ni embrión, nada, sólo el endometrio engrosado. Al finalizar, el ecógrafo me dijo algo que fue una de las cosas más crueles que tuve que escuchar: "vaya a saber si realmente hubo embarazo...". Le repliqué que tenía un test de embarazo y tres betas en sangre positivas (segunda y tercera habían ido bajando, 264 y 151 respectivamente, pero por el numero se seguían considerando positivas) que decían que SÍ había habido embarazo. Pero sentí como si le hubieran querido robar un poco de su corta vida, de su dignidad de ser y existir a mis pobres bebés. Salí conteniendo las lágrimas al baño, donde pude desahogarme y me fui de ahí.

La doctora me dijo que si en unos días no empezaba a sangrar debía inyectarme un medicamento, porque el endometrio seguía muy grueso y debía despedirlo todo. Por suerte, un día después de esa funesta ecografía empece el sangrado. Fue como una menstruación el triple de larga, duró más de 10 días, y el triple de dolorosa. La doctora también pidió nuevos estudios, uno de ellos llamado cariotipo, que analiza si la persona tiene células con fallas cromosómicas. Y luego de las vacaciones me harían una histeroscopía, todo para ver si encontraban la causa de la falla de implantación del bebé...

Mi hermana había vuelto a entrar en un pozo depresivo, no tenía tiempo de seguir haciendo duelo. Tenía que, otra vez, ocuparme de ella, que no se haga daño, que no se mate. Y para los mismos días Negrito insistía en irnos de vacaciones. A la playa, a una linda ciudad. En otro momento hubiera sido feliz con la propuesta, pero en esos días, lo único que deseaba era morir yo también. Pero tenía que callar mi dolor, esconderlo. Había otras cosas de las que ocuparse, la depresión de mi hermana, la enfermedad de mi hermano... Un día después de que mi segunda beta hubiera dado mal, mi hermano habia internado muy grave, con un problema inmunológico en la sangre: púrpura trombocipenia. Estuvo un par de días en el hospital, y luego deberia controlarse estrictamente todos los meses el valor de las plaquetas en sangre. No encontraban la causa de lo que le habia pasado. ¿Estres porque se estaba separando? ¿Alguna enfermedad autoinmune? En ese momento no lo sabía, pero eso sería la punta de un iceberg que descubriría después.

Finalmente, mi hermana decidió comenzar terapia con una psicóloga y me aseguró que podía irme de vacaciones tranquila. No le creí mucho, pero no podía decirle a Negrito que se fuera solo, ya lo había hecho una vez y no había sido nada justo con el, dejarlo solo para hacer de niñera de mi hermana. No lo haría de nuevo. No esta vez. Así que partimos rumbo al mar. 20 horas o más de viaje porque a Negrito le gusta ir parando, sacar fotos, etc. Al menos la mitad o más de esas horas me las pasé con un rosario en mano, rezando, rogando que cuando estuviera lejos no sucediera una desgracia con ningún familiar mio. Que llegara a casa en unos 10 días y estuviera todo bien.

Las vacaciones estuvieron muy lindas, ¡no quería volver! Me sentía casi libre. Con la libertad de dejar que, por unos días aunque sea, otros se hicieran cargo de mantener a mi hermana a flote, de cuidar a mi hermano y a mis padres... Era uno de nuestros últimos días en la playa, hermoso y soleado. Yo llegaba justo a tirarme a descansar en la arena luego de haber nadado un rato, cuando sentí el teléfono. Ni se cómo lo sentí, porque el ruido y la música en la playa eran infernales. Contesté, y era del laboratorio donde nos habían hecho el cariotipo a ambos.

"Necesitamos que su esposo vuelva a sacarse sangre, podría venir mañana?". ¡Imposible! les dije, "estamos a mas de 1000 km de distancia, pero volvemos en unos días, en cuanto volvamos nos acercamos para que se saque sangre otra vez. ¿Pero pasó algo malo?" me corrió un escalofrío. "Nada solo necesitan mas sangre para analizar. A veces pasa...". La respuesta no me dejó del todo tranquila, asi que averigüé en unos grupos de facebook y alguna chicas me dijeron que les había pasado lo mismo, pero que luego les había dado bien los resultados. Eso me dejó más tranquila y traté de sacarme esa preocupación de la mente. Me quedaban unos días más de playa. Cuando llegáramos a casa, volvería a tomar sobre mis hombros el mundo de problemas que me esperaban allá...